domingo, 20 de enero de 2013

En defensa de mi lengua


    Las patadas que se le dan a la lengua en los medios de comunicación de masas es algo que ya raya la frontera de lo obsceno. Son muchos los medios y los supuestos periodistas que profieren constantemente atentados contra la propiedad de los vocablos. Una de las palabras que han alcanzado enorme éxito en el escenario del disparate es saga. Existe un programa, por poner un ejemplo, que se dedica a reportajes de actualidad, vamos, de la actualidad cotidiana, gente normal, con sus problemas, ilusiones, decepciones y demás cúmulo de sentimientos humanos. El periodista que lo presenta, que participa activamente en el reportaje en plan comando: aquí te pillo, aquí te mato (quien tenga ojos para leer, que lea), sin querer quitarle méritos en su quehacer como reportero, utiliza a troche y moche la palabra saga con el significado de familia, clan, estirpe, etc. especialmente referido a la sucesión de generaciones que se dedican a una determinada actividad. La utilización que hace del término es claramente errónea. En español esta palabra tiene tres significados.

     1) Bruja, hechicera, mujer que pretende tener dotes mágicas.
    2) Las obras literarias medievales o, incluso anteriores, que tratan temas heroicos o mitológicos de Escandinavia.
    3) Las obras literarias en las que se describen las vicisitudes de una familia a lo largo del tiempo, incluyendo dos o más generaciones.

    Tal vez el error venga de esta tercera acepción. Pero nótese que saga es la obra literaria en que se cuentan las aventuras y desventuras de una familia, pero no la familia. He puesto este ejemplo, pero es sumamente habitual caer en este error. Y ante tal escenario, yo me pregunto: ¿Cuándo van a enseñar lengua española en las facultades de periodismo? Y si ya lo hacen ¿cuándo lo harán con el rigor que el oficio exige?

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