martes, 26 de febrero de 2013

En defensa de mi lengua

   Andaba yo afanado buscando una pieza musical muy concreta (que no puntual) para incorporarla a un montaje de vídeo que estoy haciendo actualmente (que no a día de hoy), cuando... ¡albricias! ¡la encontré!. Mi euforia no conoció límites ya que cuando empecé a buscarla no conocía ni el título ni el compositor. Un auténtico trabajo detectivesco, una muestra de olfato de sabueso musical. La pieza en cuestión es una auténtica delicia de la música clásica ligera inglesa. La escribió Ronald Binge y lleva por título Elizabethan Serenade.
    Tengamos en cuenta que la traducción al español de Elizabeth es, ni más ni menos que Isabel. Por otro lado, lo relativo a Elizabeth, en inglés es Elizabethan. Como lo relativo a Isabel, en buen español, es isabelino o isabelina, llegamos a la conclusión de que Elizabethan Serenade, debe ser traducido como Serenata Isabelina. Y ya estará pensando el lector que estas líneas recorre: "¿A dónde irá a parar este hombre con la lección de inglés?" Pues bien, voy a parar en que el petardo que tradujo el título al español lo hizo de "aquesta guisa" (agarraos): Serenata Elizabetana. Y se quedó tan ufano de su traducción. Claro, desde la óptica de los traductores de tres al cuarto sin duda isabelino es más normal, más vulgar. Elizabetana, en cambio, tiene trapío, por lo pronto, una sílaba más, y ya sabemos que para los galopines del inglés y tuercebotas del español la longitud de la palabra es extremo que hay que considerar, a mayor longitud, mayor cultura se demuestra. ¡Uf! ¡Qué paciencia hay que tener con ellos!

sábado, 16 de febrero de 2013

En defensa de mi lengua

     Desde hace algún tiempo, quiero decir años, se viene diciendo uno de los mayores absurdos en el uso de nuestra lengua. Me estoy refiriendo a esos dispositivos que, sujetos con un arco flexible que pasa por encima de la cabeza, nos permiten escuchar sonidos con gran claridad y sin molestar a nadie: los auriculares. Es lo más corriente oír cómo la gente los llama "cascos", pero solo a uno, es decir, al dispositivo que aparece en la imagen de arriba. Todo el conjunto, la armadura y los dos auriculares es lo que se llama "casco" o "casco de auriculares", pero nunca, nunca "cascos", pues lo que va en plural son los auriculares, y no el conjunto entero. Es lo mismo que el protector de la cabeza que uno se pone para montar en moto. A nadie se le ocurre llamarlo cascos. Todo el mundo lo llama casco. Pues es lo mismo en el caso de los auriculares.
¿Está claro?

domingo, 10 de febrero de 2013

En defensa de mi lengua

Estaba yo viendo esta mañana un conocidísimo programa de esos del tipo del "hágalo usted mismo". Hoy el asunto versaba sobre cómo ponerle a la puerta de entrada de tu casa una cerradura de seguridad de cuatro puntos. El presentador, por lo demás, ameno y diestro en el manejo de máquinas de bricolaje, tenía la puerta ya preparada para hacerle las cajas donde irían empotradas las distintas secciones de la enorme cerradura. En estas estaban, cuando va el cámara y hace una aproximación en detalle a la vez que el presentador dice que la puerta es de tablero aglomerado chapeado. Aparte del hecho de que querer ponerle a una puerta de aglomerado una cerradura de alta seguridad es algo totalmente superfluo (si estuviera blindada ya sería otro cantar), lo que realmente sacudió mis fibras fue lo de chapeado.
Se me ocurren diversos disparates equivalentes (algunos de ellos pura invención mía; otros, no).
En un cortijo: "¡Eh, Romualdo! Hazme el favor de ensillar a Lucero que quiero galopear un rato!"
En una joyería: "Este reloj tiene la caja de acero chapeado en oro de 18 quilates"
En el aula de un colegio: "Niños, ahora vamos a recortear estas estrellas y las vamos a pegar en el cielo."
En una bodega: "Hoy tenemos que trasvasear el vino de las botas a las botellas"
En el parte meteorológico: "Tras la temporada de lluvias, los pantanos españoles tienen una buena cantidad de agua embalseada".
En relación con el maldito ordenador: "Se me ha metido un virus. Ahora tendré que formatear el disco duro"

¿Por qué están mal usados todos estos verbos? Pues porque sus infinitivos acaba en "ar" precedida de consonante: chapar, galopar, recortar, trasvasar, embalsar, formatar, etc. y no admiten una "e" metida con calzador.

No es solo el personaje en cuestión el que dice tal cosa. Es moneda de uso corriente en los diversos ámbitos del diario quehacer. Especialmente lo de chapear, formatear y recortear abruma por su frecuencia.

¡País!

sábado, 9 de febrero de 2013

En defensa de mi lengua

   Acabo de ver una entrevista al Sr. Julio Anguita. Al Sr. Anguita le profeso desde siempre una gran admiración por sus altas cualidades humanas y personales: integridad, honradez, claridad de palabra, mesura, y principalmente, coherencia política. Dicho esto, para que quede meridianamente claro, debo proseguir haciendo una crítica en relación con la precisión de nuestra lengua. Bueno, en realidad no es sólo a él, sino a todos los que como él han caído en el garlito de los anglicismos.
Me refiero esta vez a la palabra bizarro.
Estaba él hablando de la familia real (asunto Urdangarín) y decía que si aparece alguien con un Jaguar y otros signos externos de riqueza, resulta bizarro que no se le pregunte de dónde ha salido el dinero.
   Estas cosas ocurren cuando mezclamos churras con merinas. O cuando mezclamos el inglés con el español.
   Este error no sé por qué lo ha cometido el Sr. Anguita, porque no le conozco (tal vez me equivoque) especiales aptitudes para la lengua de Shakespeare. Más bien es propio de periodistas de nuevo cuño que quieren blasonar de idiomas sin conocer ninguno, ni el suyo.

Bizarre en inglés debe traducirse como rarísimo, extraño, estrafalario, excéntrico... en resumen, algo que se aparta de lo normal.
Bizarro en español, no tiene absolutamente nada que ver con su parónima inglesa, pues en español significa
1. Valiente, esforzado.
2. Generoso, lucido, espléndido.

   Lo que el Sr. Anguita quiso decir fue el significado inglés con la palabra española.       Efectivamente, tiene razón el Sr. Anguita, porque si yo apareciera ante la puerta de mi casa descendiendo de un Lexus impresionante, trajeado a medida con el mejor paño de Béjar y con un Rolex de oro macizo en la muñeca, lo lógico sería que mi mujer me preguntara de dónde rayos había sacado la "pasta". Y sería muy extraño que no lo hiciera. Muy extraño, rarísimo, pero no bizarro.
Pues eso.

viernes, 8 de febrero de 2013

En defensa de mi lengua

¿Yo soy latino?¿Desde cuándo?
Desde hace muchísimo tiempo vengo oyendo eso de que "los latinos por aquí", "los latinos por allá" y otras sandeces por el estilo. Pero, repasemos un poco de historia. Latino ha sido siempre el habitante de la región italiana conocida en el mundo antiguo como el Latium o Lacio. Fue la tierra que dio origen a la ciudad de Roma y a su lengua, el latín. Andando el tiempo, la ciudad fue creciendo y extendiendo su influencia a golpe de conquista por la espada a toda la Península Itálica y después a toda la cuenca mediterránea, formando uno de los imperios más grandes conocidos hasta la fecha. Pero como en todos los imperios, los dominados eran considerados ciudadanos de segunda clase, y los dominadores mostraban gran repugnancia a mezclarse con ellos (nosotros). Ello no era óbice para que algunos señores se desfogaran con sus esclavas lugareñas y esparcieran su semilla de forma clandestina. Tampoco era óbice para que los sufridos legionarios hicieran lo mismo con las lugareñas de los sitios conquistados. Pero hay que tener en cuenta que los legionarios podían ser de cualquier parte del imperio o incluso, de fuera de él. Tenemos así un escenario en que la inmensa mayoría de la población hispana o de cualquier otra parte, tenía de latina lo que yo de Arzobispo de Burgos. Dígase lo que se diga, aquí en la Península Ibérica hemos sido siempre los mismos. Cuando los visigodos llegaron aquí, se erigieron en casta dominante a la que, siguiendo la lógica de los tiempos, también le repugnaba mezclarse con los "romanos" como nos llamaban en su crasa ignorancia. Después llegaron los moros con otro tanto de lo mismo. Para ellos no éramos "romanos" sino "infieles". De forma que, insisto, aquí hemos sido básicamente los mismos. Cuando Castilla, jugándoselo todo a una carta se lanzó a buscar la ruta de la seda y de las especias, viajando hacia Occidente, y se topó con América, entonces sí se produjo prácticamente desde el principio la mezcla racial, y no por vía violenta, sino de modo pacífico, porque los ibéricos nunca hemos hecho ascos a una mujer mientras ésta estuviera de buen ver y mejor palpar. Y máxime después de estar navegando tres meses sin ver más que cielo y agua. "Mirad mis hijos, qué hermosos son" le dijo un soldado español de la expedición de Cortés a un recién llegado al Yucatán. Aquello trascendía el puro instinto animal, había armonía, amor y orgullo de padre.
Con posterioridad, el rey Felipe II, tuvo un pícaro y malandrín administrador llamado Antonio Pérez, que al saberse descubierto, salió por pies y se dedicó a poner al rey de vuelta y media dando así origen a la llamada "leyenda negra" que ha sido la base fundamental de la historiografía "vox populi" de la América española hasta nuestros días. Esa es una de las razones del adjetivo latino que no se tiene en pie desde ningún punto de vista medianamente científico. Esa es una de las razones de llamar Latinoamérica a  lo que en realidad es Hispanoamérica o Iberoamérica si metemos al Brasil en el cesto. Porque se ha intentado, por la perversión de la lengua, borrar toda huella de España en América, y si queda alguna, que esté llena de fango y suciedad.
Habrá quien diga: "No, si lo de latino es por la lengua" Pues peor aún. ¿Es que acaso hablamos latín? Hasta tal punto es confuso el término, que un político yanqui, al recibir a una delegación de hispanoamericanos, se disculpó diciéndoles que sentía mucho no poder hablar en su lengua (de ellos) porque él no sabía latín.
Y que nadie me diga que lo del "latin lover" no tiene un matiz claramente racial.
De modo que, visto lo visto, lo de "latino" no tiene fundamento de estirpe ni de lengua.
Por mi parte, yo hago siempre referencia a Hispanoamérica o Iberoamérica, pero nunca digo Latinoamérica, por congruencia, más que nada.
Uno de los pocos americanos que tenían el asunto medianamente claro fue el gran poeta nicaragüense Rubén Darío que escribió aquello de: "Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda..."
Pues eso. 
Mi amiga Susi, conocedora de este blog, me remitió a mi página de Facebook el siguiente comentario, que, con su explícito permiso, publico aquí.

"Pelayo, ahí va una contribución para tu blog. Es verídica y si a mi me dejó los pelos como escarpias, si tú lo llegas a ver...

Ayer entré en un servicio público (el lugar en el que estaba situado lo omito porque lo importante en este caso no es el sitio, esto hubiera pasado en cualquier servicio público de este país) y mientras estaba allí dentro me puse a leer lo que había pintado en la pared. Mientras lo leía me acordé de una frase que leí una vez, no recuerdo dónde (no fue en un servicio público, eso sí lo recuerdo) pero sí que la leí: "la cultura de un país se demuestra en las paredes y puertas de los servicios públicos de ese país"

Bueno, pues había 4 inscripciones (las escribo literalmente)

1. TE KIERO LACASITO (como todos sabemos kiero se escribe con "k" de "queso", faltaría más!! esa falta de ortografía la podría entender cuando estás escribiendo un mensaje de móvil y una letra de más te puede suponer pagar un mensaje de más, ¡pero no cuando tienes una pared enterita para ti!)

2. LLO TENGO DROGA (menos mal que lo importante en la frase era la palabra "droga" y esa sí la escribió bien)
3. AQUI FOLLE EL 03/09/2011 (los acentos tampoco son significativos, parece ser, para que la escueta frase tenga sentido. De hecho, YO que no LLO, la entendí)

4. FOLLO Y LA CHUPO POR DROGA (ortográficamente la frase está genial, así que, ¡casi se me caen dos lagrimones de felicidad! y se me hubieran caído si no hubiera sido por el mal gusto que denota la frase) ¡Por cierto! la frase venía acompañada de su respectivo número de teléfono, pero lo voy obviar, primero porque doy por hecho que los números sí estaban bien puestos y en segundo lugar, porque quiero evitar tentaciones .
Esto no es nada más que una anécdota, pero me hizo pensar, y si la frase: "la cultura de un país se demuestra en las paredes y puertas de los servicios públicos de ese país" es cierta, que Dios nos pille confesados porque ahora entiendo una de las causas por las que en este país estamos como estamos: cultura la justa, más bien ninguna; mal gusto a "la hartá! y creatividad nula: ¡qué país!"


Desde luego, los servicios públicos dan mucho de sí, especialmente en el uso de la lengua desparramada por las paredes. Gracias, Susi.