domingo, 20 de enero de 2013

En defensa de mi lengua:


    En mi entrada anterior he dicho que los periodistas desprecian tanto la propiedad en el uso de su lengua que ya raya lo obsceno. Bueno, me equivoqué. Ya están en lo obsceno. Desde hace muchos, muchos años, los medios de comunicación de masas (me resisto al esnobismo de decir los "mass media") están utlizando la palabra polución cuando en realidad quieren decir contaminación. Habrá quien piense: "Pero... si es lo mismo ¿no?" Eso es lo que nos están haciendo creer los periodistas, siempre tan apresuraditos ellos, siempre desconociendo su lengua ellos, siempre tan esnobistas ellos. Pues no. No es lo mismo, y tengo que contener la risa según escribo. Vamos a ello. Contaminación ya todos sabemos lo que es. Podríamos decir que es la alteración, por la intruducción de sustancias extrañas, a veces tóxicas, de las propiedades de un elemento natural: agua, aire, tierras, etc. ¿Y polución? Pues bien, esta palabra significa la descarga involuntaria de fluido seminal, durante el sueño del varón. Se supone que el sueño es erótico. Y ahí ya no quiero hurgar, pues, como dijo Calderón de la Barca, "los sueños, sueños son.".

    Todo esto viene a cuento de que recientemente estaba yo viendo las noticias y hablando de la gran contaminación de Pekín (para mí seguirá siendo Pekín hasta que me muera, aunque la moda es llamarla Beijing), va la periodista y dice que ya van  "...nueve mil muertes por la alta polución". Son lamentables todas esas muertes, pero no me digáis que no da risa imaginar a nueve mil chinos muriendo en plena noche mientras se lo hacen con la chinita de sus sueños... húmedos. Así querría morir yo también.

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