martes, 14 de abril de 2015

Sobre los giros de la vida

En defensa de mi lengua

Efectivamente, es público y notorio que la vida da muchas vueltas. Hay refranes y frases hechas al respecto, pero no es mi intención hacer ahora una relación. A cada cambio en nuestro modo de vida lo llamamos giro y si la cosa es dramática, incluso hablamos de vuelco. Así se puede decir que "...al llegar a la mayoría de edad su vida dio un giro inesperado" o "no cupo a nadie la menor duda de que ese accidente causó un vuelco inesperado en la vida de la familia."

También solemos ponernos matemáticos y hablamos de grados y todo. Especialmente cuando queremos hacer notar que la vida de un individuo cambió de un modo completamente distinto, opuesto al que tenía antes del cambio. Tomemos por ejemplo esos tristes casos de personas que disfrutaban de una cómoda posición social ya que sus trabajos estaban muy bien remunerados pero que al caerles encima la crisis última y perder su empleo han tenido que malvender su casa, cuando no la han perdido, y de tener hasta personal de servicio doméstico han tenido que ir a buscar el condumio diario a los centros de beneficencia.

De estos tipos de cambio tan drásticos no es infrecuente oír a periodistas y presentadores (que deberían ser periodistas) decir perlas como que "La vida del hombre que nos ocupa dio un inesperado giro de 360º como consecuencia de la fuerte crisis por la que estamos pasando".

De mis tiempos de estudiante de bachillerato, y os aseguro que ha llovido bastante desde entonces,  recuerdo aún nítidamente que la circunferencia, cualquier circunferencia, tiene 360º. Supongamos que necesito trazar una circunferencia en un papel, para lo que tomo en mis manos un compás. Apoyo la punta en lo que va a ser el centro, apoyo la patilla de la mina, inclino ligeramente el compás,  y comienzo el trazado a partir de un punto arbitrario del papel. Según voy haciendo el trazado voy recorriendo grados y así cuando cierro la línea, es decir, cuando el punto inicial del trazado y el final se encuentran, he recorrido 360º.

Nótese que al final de la línea he regresado al punto de partida, lo cual implica que mi posición es la misma que al principio. Otro ejemplo. Voy conduciendo y llego a una rotonda, que, como su propio nombre indica, es redonda. Tiene forma de circunferencia o de círculo, según queramos verlo. Me despisto en la salida y no salgo, como consecuencia debo seguir girando y llego al punto por el que entré. He recorrido 360º y mi posición es la misma que al principio. No ha cambiado nada.

También de mis tiempos del bachillerato recuerdo que un semicírculo o una semicircunferencia tienen la mitad, es decir, 180º. Siguiendo con el ejemplo del compás, en el punto del recorrido en que he alcanzado los 180º he llegado exactamente a la posición opuesta a la de inicio respecto al centro. En fin, que es todo una mera cuestión de la más elemental geometría.

Pero hete aquí que nuestros geniales periodistas de hogaño, olvidados ya de esos anticuados e inservibles conocimientos que, sin duda, hubieron de adquirir al igual que yo, no vacilan en lanzar a los cuatro vientos frases que anuncian cambios de 360º. No me cabe la menor duda de que en sus escasos dos dedos de frente 360º deben de sonarles mucho más efectivos y lapidarios que los modestos 180º. ¿Para qué hablar de 180 si 360 es el doble? Pues eso, al ser el doble, el cambio es mucho más radical, más inapelable, más opuesto... Pues no señores, el metafórico giro de una situación que la convierte en su opuesta,  no es de 360º puesto que tal giro no produce ningún cambio, sino de 180º que ése sí que sí.

Y en eso estamos, esperando que algún día a nuestros periodistas se les encienda la luz de la geometría, aunque sea la más débil...¿usque tantum?