domingo, 7 de septiembre de 2014

Sobre la envergadura

En defensa de mi lengua

Repetidamente se oye en los medios de comunicación -en realidad vengo oyéndolo desde donde mi memoria alcanza-, utilizar la palabra envergadura como sinónimo de tamaño, especialmente cuando el tamaño es grande.

La última vez que la oí -que no la escuché- fue en la TV (¡cómo no!) refiriéndose a un buque. Creo que hablaban de que la capacidad de cierto puerto era apta para barcos de tal envergadura.

Así no es infrecuente oír expresiones tales como:

- Los barcos de la regata eran todos de gran envergadura.
- A la puerta había un "gorila" de una envergadura enorme que dejaba pasar a quien le parecía.
- El albatros es el ave de mayor envergadura que se conoce.

De estas tres sentencias, la única correcta es la última. ¿Por qué es esto así?

Bien, ocurre que la envergadura de algo puede corresponder a varias acepciones, pero ninguna de ellas es tamaño.

El significado más corriente de esta palabra es la distancia que media entre los extremos de las alas de un ave cuando las tiene extendidas, generalmente volando. En contra de lo que establece la RAE esta debería ser la primera acepción y no la quinta. La RAE establece como primera acepción lo mismo, pero referido a un avión y está claro que antes hubo aves que aviones. También, por extensión o similitud, la distancia entre los extremos de los brazos extendidos en cruz de una persona. Otros significados son términos marineros de escaso uso y otras acepciones no las he visto usadas jamás -y he leído un rato desde que aprendí hasta ahora. Pero desde luego, el tamaño no es ninguna de ellas.

¿Y qué hacemos de los barcos? Pues bien, las tres medidas más corrientes de un barco, las que siempre usan los que hablan y escriben con propiedad, son estas tres:

Eslora:  es la distancia tomada sobre la cubierta pricipal que media entre la proa y la popa por la parte de dentro. O de popa a proa, no tengo antojos.
Manga: es la medida de la parte más ancha de la nave.
Calado: es la parte sumergida del casco de ésta. Medida variable y que depende de la carga del barco. Para no marear la perdiz se menciona la de la botadura.

Generalmente, cuando queremos hacer notar el gran tamaño de un barco solemos decir que la nave mide tantos metros de eslora o que es de gran calado. Pero nunca, nunca, que es de tal o cual envergadura. A ver si nuestros periodistas se enteran de una vez.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Sobre la tolerancia

En defensa de mi lengua

Pareciera que los inventores de disparates lingüísticos no tienen vacaciones nunca. Ejercen sus tonterías día y noche. Con bastante éxito, por cierto, porque al poco tiempo toda una legión de comunicadores las repite cual pléyade de papagayos sin capacidad de reflexión sobre el absurdo que están diciendo.

En esta ocasión debo centrar la atención sobre la famosa "tolerancia cero" No paramos de oír que ante las agresiones machistas hay que tener tolerancia cero. También ante los pederastas hay que tener tolerancia cero. De tal grado de tolerancia no se escapan ni los políticos corruptos ante los que es preciso demostrar tolerancia cero. Naturalmente, ante los errores médicos también hay que exhibir tolerancia cero.

Son tantos los aspectos de la vida diaria frente a los que hay que presentar una tolerancia cero, que ya me pregunto si no nos estaremos volviendo demasiado extremistas, ya que no otorgamos el grado uno a nada; ya no hablemos del grado dos.

Pero yendo al fondo del asunto: ¿es que alguien alguna vez se ha parado a establecer una gradación de la tolerancia? ¿Es que alguien sabe hasta qué grado va la escala de la tolerancia? Si hay que tener tolerancia cero hacia lo absolutamente intolerable, ¿hasta dónde llega la máxima tolerancia? ¿Hasta el cinco? ¿Hasta el diez? 

Está claro que el tinglado se cae como un castillo de naipes en cuanto nos hacemos estas preguntas. De repente, por obra y gracia de los saltimbanquis de la lengua, de ser un país famoso por su tolerancia, lo que nos acarrea el cachondeo del resto de Europa, dicho sea de paso, estamos pasando a ser una sociedad que pide a voz en grito tolerancia cero ante cualquier barrabasada de nuestros compatriotas.

Nos nos vendría nada mal recuperar la cordura y en lugar de la estupidez supina de la tolerancia cero pidamos simplemente, nada más y nada menos que justicia. Porque resulta que nuestro corpus legislativo, en líneas generales, funcionaria mejor si los encargados de la cosa pusieran más medios al servicio de jueces y magistrados.

He dicho.