jueves, 4 de diciembre de 2014

¡Qué barbaridad! Acabo de entrar en este sitio y encuentro que, desde el mes de septiembre no cuelgo nada. ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Ya estamos en diciembre! Pues bien. Que no se quede el último mes del año sin ningún aporte mío.

Es difícil atacar un asunto u otro pues son múltiples los disparates con que a diario nos obsequian periodistas y no periodistas. Es obvio que los profanos en los resortes de la lengua no son culpables de los dislates que pronuncian, pero sí los periodistas por mor de su profesión que consiste, ni más ni menos, que en usar la lengua, pues ¿qué es, si no, una información?

Un disparate generalizado a extremos de cotidianeidad, que los periodistas no vacilan en apoyar y propagar es el de poner adjetivos posesivos a los adverbios. Sí, tal cual. De repente, adverbios como delante, detrás, encima, debajo, y otros locativos por el estilo, parece como si hubieran adquirido género por arte de magia.

Expresiones como "...no te pongas detrás mío, que entonces no sales en la foto" son harto frecuentes. Es más, yo como buen observador de los hechos lingüísticos que soy, he llegado a la conclusión de que es el modo normal y habitual de hablar de los hispanohablantes que pululan por esta piel de toro.

Por si fuera poco el disparate, el "detrás" también queda feminizado por los saltimbanquis de la lengua. "Como estaba detrás mía, no la ví, y la pisé" No viene al caso qué es lo que no vio y pisó consecuentemente. Lo grave es que ya jugamos a convertir una parte invariable de la oración como el adverbio, en variable. Es un hecho científicamente probado que en épocas de poca lectura y mucho parloteo, las lenguas evolucionan según reglas fijas. Sirva como demostración de lo dicho, el gran abanico de lenguas romances que se formaron por la corrupción del latín, ¡ojo! no estoy estoy hablando del latín de Cicerón, ni siquiera del de Julio César, más sobrio y parco que el de aquél, sino del bajo latín, el que hablaba el vulgo en el foro, en los mercados, el de los legionarios, etc.

"Y entonces vi que un avión pasaba por encima mía..." quien así habla, seguro que cuando se trata de "debajo" dirá "debajo mío", por el solo hecho de que encima acaba en "a", lo que automáticamente lo convierte en femenino y "debajo" acaba en "o", terminación típicamente masculina. 

Está claro que mientras los periodistas, publicistas, y demás parroquia que trabaja con la lengua no pongan algo de interés en propagar modelos correctos de lengua, esto seguirá cada vez peor. De poco sirve que un maestro se esfuerce, cuando le toque, en presentar modelos correctos, si luego los niños, al salir de la escuela, se ven rodeados de dislates por doquier.

¡Ah! ¿Que cuál es la manera correcta? ¡Uy! Casi se me olvida. Pues muy sencillo: "Detrás de ti tienes el libro que estás buscando"  "Por encima de mí pasó una bandada de estorninos" "Dentro de sí, sintió un gran remordimiento" ¿A que no es tan difícil? ¡Pues venga, a probar, que es gratis!