martes, 29 de abril de 2014

En defensa de mi lengua

Como siempre, los medios de comunicación de masas y esta vez, también, le toca a la TV. Hay ciertamente, desde mi punto de vista, programas que son útiles por lo educativos. Una de las grandes virtudes de la TV, que queda siempre empañada por toda la basura que es promocionada por la pequeña pantalla. Entre estos programas están los documentales, especialmente los relativos a la Naturaleza. 

Cierto día me encontraba viendo uno de estos documentales -éste dedicado a los caimanes-, cuando el narrador, en un momento determinado, dice: "...este lagarto se retiró a los manglares y sacarle de allí no fue tarea fácil."

Desde siempre, quiero decir hasta donde mi memoria alcanza, oigo reiteradamente errores de este jaez. La confusión entre los pronombres le, les, la, las, y a veces, hasta lo es muy corriente en España, especialmente en Madrid y alrededores, y menos frecuente en Hispanoamérica. Seguramente debido a la influencia del español de América, la R.A.E. no se ha bajado los pantalones una vez más. Veamos, por qué esta expresión es un error. 

El pronombre le y su correlato plural les debe ir siempre en función de complemento indirecto, ya sea el sustantivo masculino o femenino, restos del caso dativo latino. Mientras que los femeninos la y las junto con el neutro lo reservado para sustantivos masculinos, forman parte del complemento directo, restos del caso acusativo latino. Pero como esto puede sonar a jerga, voy a poner ejemplos descriptivos que faciliten la comprensión.

En el caso del lagarto que nos ocupa, el narrador debería haber dicho "...este lagarto se retiró a los manglares y sacarlo de allí no fue tarea fácil."  En efecto, en este caso, el complemento directo de sacar es lo que equivale a lagarto.

O en el caso de ese malnacido violador cuando el narrador dice que el sujeto "...las tapaba la boca" cuando debería decir que "...les tapaba la boca" porque el complemento directo es boca y no las víctimas, que son el indirecto.

Hay un truco para saber con gran aproximación cuáles son los complementos directos e indirectos y es preguntar al verbo ¿qué cosa? o ¿quién? para el directo, o ¿a quién? ¿a quienes? ¿a qué? para el indirecto.

En la extraordinaria novela de Camilo José Cela, La Colmena, podemos leer: "...Al niño que cantaba flamenco le arreó una coz una golfa borracha." Si preguntamos al verbo arrear ¿a quién? la respuesta es al niño, es decir, el complemento indirecto; mientras que si le preguntamos ¿qué cosa? tenemos por respuesta una coz, que es el complemento directo. Por eso el le está muy bien utilizado, porque ese le se refiere al niño.

Son muchísimos los casos de laísmo, leísmo y loísmo que podemos encontrar a poco que nos fijemos. Pero admito que el hablante que tiene el hábito ya adquirido no va a cambiarlo en un pispás.

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