sábado, 12 de octubre de 2013

En defensa de mi lengua

Lleva muchísimos años instalado el dislate en el habla de la gente. Aún no sé de dónde vino tal cosa, pero lo cierto es que muchos, cualquiera que sea su nivel cultural lo sueltan en cuanto se les viene a la boca.
Estoy hablando del périto que tiene que venir a mirarnos el coche después de un accidente (que no sé por qué las compañias de seguros se empeñan en llamarlo "siniestro"); del périto que viene a vernos la casa cuando hemos tenido una fuga de agua, etc., etc.
Périto por aquí, périto por allí, périto por doquier.
¡Por todos los santos del cielo! ¿Es que a estas buenas gentes nadie les ha dicho que se dice perito? así, acentuada en la penúltima sílaba, palabra llana acabada en vocal por lo que no lleva tilde gráfica.
Y,  ya que estamos en el asunto, el femenino es también perito porque si queremos feminizarlo acabándolo en a, ¿qué nos queda? Una fruta pequeñita.

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