domingo, 18 de agosto de 2013

En defensa de mi lengua

Esta vez quiero hacer una incursión sobre los traductores cinematográficos. Uno de los escollos principales con que un traductor se encuentra es el de los llamados "falsos amigos", que son esas palabras que parecen tener un significado cuando en realidad tienen otro. Que niños de primaria, e incluso de instituto, caigan en la trampa de los falsos amigos es moneda de uso corriente y harto disculpable. Pero que un traductor, al que se le supone un cierto grado de profesionalidad, caiga en ello es, sencillamente, imperdonable. Viene esto a cuento de que estaba viendo yo una película de acción. Todo iba encajando perfectamente en los diálogos cuando de repente se me disparó la alarma. Había algo que no encajaba. El protagonista, perseguido por los malos para hacerle pupa grande, se ve metido en un tren y da voces: "¡Conductor! ¡Conductor!". Cosa extraña es que un pasajero llame al conductor del tren, pero más extraño aún es que lo haga desde la mitad del convoy. Teniendo en cuenta que los conductores de estos vehículos van normalmente en la locomotora, muy difícil es que oiga a un pasajero desde la mitad del  tren, y más aún que le haga el menor caso. Eso era lo que no encajaba. 
La película era americana (del norte, vaya) por lo que se supone el inglés como lengua original de la cinta. En inglés existe la figura del "conductor" en los vehículos de pasajeros de un cierto tamaño, quiero decir que en los taxis esta historia no cuenta. Pero resulta que este "conductor" (pronunciada la palabra como llana) es el equivalente al español "revisor", que no conduce más que su propio cuerpo. Eso es lo que quería decir el acosado protagonista. Llamaba al revisor. Ése sí que podría hacerle caso, pero no el conductor.
En fin, ya sabemos que traducir de una lengua a otra no es tarea fácil. Razón de más para ponerla en manos de profesionales expertos y no de aficionados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario