sábado, 8 de junio de 2013

En defensa de mi lengua

Cuando en los años 80 se produjo ese empacho de libertad mal entendida llamado "Movida Madrileña", cuando los jóvenes eran animados por las autoridades (recordemos a la sazón a D. Enrique Tierno Galván, profesor de universidad y alcalde de Madrid) a exteriorizar sus sentimientos y a interiorizar alcohol, hachís, marihuana y cosas así, se produjo el consumo masivo de alcohol y drogas por parte de los jóvenes hasta adquirir la virulencia que vivimos hoy, en que los niños de 13 años ya han tenido en su inmensa mayoría su gran borrachera. Así seguimos, pero a los jóvenes, y especialmente a las jóvenes, ya no les basta con trajinar alcohol por el gañote. Ahora las pavipollas han caído en la moda de metérselo directamente en vena vía vaginal. Estaba yo viendo un reportaje sobre el asunto, "tampón alcohólico" parece que lo llaman. Consiste, como el lector ha podido colegir, en impregnar un tampón vaginal en alcohol, introducírselo en el sitio suyo... y esperar a que la naturaleza siga su curso. ¿A santo de qué viene esto?, estará pensando ya alguno. Es lo suyo. Pues viene a que la mozuela que hablaba como testigo directo del asunto, por vivirlo en primera persona, le decía a la periodista que la entrevistaba que "produce una embriagadez"...

Perfecto. La niña había alcanzado la madurez sufiente como para saber que por la vagina  puede introducirse algo más que un pene, pero no la suficiente como para saber que en español, el estado en que el cuerpo se encuentra tras trasvasar una dosis suficiente de etílico se llama embriaguez y no embriagadez. Me pregunto si la sensación de "embriagadez" que invade a la privilegiada varía si se mete Havana Club, Chinchón o JB ¿Tardaremos mucho en oír hablar de los supositorios alcohólicos para ellos? ¡Qué pena!

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