lunes, 1 de septiembre de 2014

Sobre la tolerancia

En defensa de mi lengua

Pareciera que los inventores de disparates lingüísticos no tienen vacaciones nunca. Ejercen sus tonterías día y noche. Con bastante éxito, por cierto, porque al poco tiempo toda una legión de comunicadores las repite cual pléyade de papagayos sin capacidad de reflexión sobre el absurdo que están diciendo.

En esta ocasión debo centrar la atención sobre la famosa "tolerancia cero" No paramos de oír que ante las agresiones machistas hay que tener tolerancia cero. También ante los pederastas hay que tener tolerancia cero. De tal grado de tolerancia no se escapan ni los políticos corruptos ante los que es preciso demostrar tolerancia cero. Naturalmente, ante los errores médicos también hay que exhibir tolerancia cero.

Son tantos los aspectos de la vida diaria frente a los que hay que presentar una tolerancia cero, que ya me pregunto si no nos estaremos volviendo demasiado extremistas, ya que no otorgamos el grado uno a nada; ya no hablemos del grado dos.

Pero yendo al fondo del asunto: ¿es que alguien alguna vez se ha parado a establecer una gradación de la tolerancia? ¿Es que alguien sabe hasta qué grado va la escala de la tolerancia? Si hay que tener tolerancia cero hacia lo absolutamente intolerable, ¿hasta dónde llega la máxima tolerancia? ¿Hasta el cinco? ¿Hasta el diez? 

Está claro que el tinglado se cae como un castillo de naipes en cuanto nos hacemos estas preguntas. De repente, por obra y gracia de los saltimbanquis de la lengua, de ser un país famoso por su tolerancia, lo que nos acarrea el cachondeo del resto de Europa, dicho sea de paso, estamos pasando a ser una sociedad que pide a voz en grito tolerancia cero ante cualquier barrabasada de nuestros compatriotas.

Nos nos vendría nada mal recuperar la cordura y en lugar de la estupidez supina de la tolerancia cero pidamos simplemente, nada más y nada menos que justicia. Porque resulta que nuestro corpus legislativo, en líneas generales, funcionaria mejor si los encargados de la cosa pusieran más medios al servicio de jueces y magistrados.

He dicho.


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